martes, 9 de enero de 2018

PEQUEÑA GRAN VIDA: EL QUE MUCHO ABARCA…

Pequeña gran vida. Director: Alexander Payne. Protagonistas: Matt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Kristen Wiig, Rolf Lassgård, Ingjerd Egeberg y Udo Kier, entre otros. Guión: Alexander Payne, Jim Taylor. Paramount Pictures / Ad Hominem Enterprises / Annapurna Pictures. EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 11 de enero de 2018. 

El problema no es que sea larga. Lo malo es que se hace larga, muuuuuy larga, larguísima. Pequeña Gran Vida (Downsizing), la nueva película de Alexander Payne no es lo que uno esperaba (una especie de actualización de la franquicia Querida, encogí a los niños), lo cual a priori es sumamente prometedor. Pero aquello que uno no estaba esperando nunca llega a cobrar forma definida, concisa y contundente. 

Un montón de vueltas. Demasiados cambios de eje argumental. Pobreza discursiva. La necesidad de decirlo todo (sobre todo), siendo políticamente correcto, esforzándose para que el ropaje críticamente progresista no muestre la hilacha de su latente conservadurismo. Buenas ideas y mejores intenciones, pobres resultados y desarrollos que terminan banalizando aquello que pretenden denunciar. 


Entorno de ciencia-ficción para un achatado ambiente metropolitano industrial, sacudido por crisis personales, familiares, laborales, económicas y ecológicas, entre otras. La frustración que provoca el anhelar los consumos de lujo que no podremos darnos en nuestra vida. Los descubrimientos científicos que satisfacen las necesidades de las clases más altas sin atender las dolencias y enfermedades de los trabajadores. La capacidad capitalista para montar un negocio sobre cada necesidad humana básica, generando más daño y menos inclusión. 


En este contexto, el descubrimiento de un método seguro e irreversible para disminuir el tamaño de los seres humanos y algunos animales, aparece como la solución mágica y bienvenida para todos los dramas de este mundo. Y como no hace falta ser adivino para saber que el sueño y la pesadilla son las dos caras de la misma moneda, la película empieza pronto a mostrar la letra chica del contrato. En estos apuntes, fugaces, mordaces y efectivos, está lo mejor del filme. El resto, enfermo de trascendente grandilocuencia, aparece desfasado, atrapado entre la búsqueda utópica de la supervivencia, la asunción de una ética humanitaria que crezca de lo individual hasta lo colectivo; y una historia de amor que reescriba la fábula de Cenicienta desde la consciencia social. 


Curiosa y contradictoria, Pequeña gran vida achica a sus protagonistas pretendiendo poner en sus diminutas manos bastante más de lo que puedan agarrar. Y ya sabemos qué pasa con el que mucho abarca. 
Fernando Ariel García

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