martes, 14 de marzo de 2017

LA BELLA Y LA BESTIA: LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

La Bella y la Bestia. Director: Bill Condon. Protagonistas: Emma Watson (Bella), Dan Stevens (El Príncipe/La Bestia), Luke Evans (Gastón), Josh Gad (Le Fou, ayudante de Gastón), Kevin Kline (Maurice, padre de Bella), Hattie Morahan (Ágata), Ewan McGregor (Lumiere, el candelabro), Ian McKellen (Dindón, el reloj), Emma Thompson (Sra. Potts, la tetera), Nathan Mack (Chip, la taza de té), Audra McDonald (Madame De Garderobe, el guardarropas), Stanley Tucci (Maestro Cadenza, el clavicordio) y Gugu Mbatha-Raw (Plumette, el plumero), entre otros. Guionistas: Stephen Chbosky, Evan Spiliotopoulos, basado en personajes y situaciones del largometraje animado Disney’s Beauty and the Beast (1991), versión libre de la adaptación hecha en 1756 por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont sobre el clásico cuento de hadas La Belle et la Bête, escrito por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve en 1740. Música: Alan Menken y Tim Rice. Canciones de los títulos finales: Beauty and the Beast, interpretada por Ariana Grande y John Legend; y How Does a Moment Last Forever, a cargo de Celine Dion. Mandeville Films / Walt Disney Pictures. EE.UU, 2017. Estreno en la Argentina: 23 de marzo de 2017. 


Para ser una película que ya vimos (un montón de veces quienes tenemos hijos en edad de haberla visto un montón de veces gracias al DVD), la nueva versión Disney de La Bella y la Bestia (Beauty and the Beast) cumple con (casi) todo lo que pueda esperarse de un tanque de esta naturaleza. Espectacularidad visual, logradas actuaciones y un romance épico que te lleva a canturrear algunas de las canciones más recordadas del dibujo animado contemporáneo. Para decirlo rápido y conciso: Si te gustó la peli animada de 1991, ésta te va a encantar. Y si te aburriste como un hongo mirando teteras parlantes, preparate para una linda siesta de dos horas y cuarto. 


Personalmente, con esta Bella y la Bestia me pasó lo mismo que con la Psicosis de Gus Van Sant. No entiendo para qué la hicieron (no creo que haya sido sólo para seguir engrosando las arcas del Tío Rico), porque no le agrega nada a lo que habían hecho hace un cuarto de siglo (Dios, qué viejo estoy). Detrás de los efectos visuales hiperrealistas y la animación por computadora, ByB 2017 sólo se limita a rehacer los distintos puntos de mayor intensidad emotiva alcanzados por el modelo ’91. Y, encima de todo, extiende de manera tediosa algunos tramos dramáticos que el dibujito había salvado mediante atajos narrativos mucho más concretos y efectivos. 


Lo más importante para el final. Esta versión La Bella y la Bestia comete el peor de los pecados: Engañar con sus apariencias. Falseando la lección moral que tanto le costó aprender al Príncipe, la película de Bill Condon simula derribar gran parte del rancio conservadurismo de Disney, haciendo de uno de los protagonistas de esta fábula un personaje abierta y reconociblemente gay, con promesa de final feliz y todo. Esta dato, no menor (en aparente sintonía con el beso entre dos personas del mismo sexo incluido en un capítulo de Star versus las Fuerzas del Mal), esconde una mirada reaccionaria y homofóbica, al recargar los manierismos gestuales del personaje ejerciendo un vetusto y oxidado sentido del humor, reduciendo la homosexualidad a la simple mariconería. Entendible en los tapes ochentosos de Alberto Olmedo. Imperdonable en una película que se terminó de filmar hace quince minutos. 
Fernando Ariel García

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