miércoles, 6 de julio de 2016

FLORENCE: EL AMOR ES SORDO

Florence. Director: Stephen Frears. Protagonistas: Meryl Streep, Hugh Grant y Simon Helberg, entre otros. Guionista: Nicholas Martin. Qwerty Films / Pathé Pictures International / BBC Films. Reino Unido / Francia, 2016. Estreno en la Argentina: 7 de julio de 2016. 

Podría pasar tranquilamente por la mejor adaptación fílmica del Tintín de Hergé, superando en emoción, pasos de comedia y tensión aventurera a la versión realizada hace algunos años por Steven Spielberg. Es que, ¿sin proponérselo? Stephen Frears puso a dialogar su Florence (Florence Foster Jenkins) con el desternillante Las joyas de la Castafiore (Les Bijoux de la Castafiore, 1961-1962), uno de los álbumes más festejados del joven reportero francobelga. 

La asociación no es gratuita. Es sabido que la soprano estadounidense Florence Foster Jenkins (1868-1944) fue uno de los modelos en que Hergé basó la figura aboterada de la narcisista Bianca Castafiore, cantante de ópera italiana dueña de una voz profundamente chillona y fuera de registro, capaz de elevar a la categoría de arte la laceración de los oídos ajenos. 


Es que hace falta mucho talento para cantar tan mal. Y a Florence (una Meryl Streep fuera de serie, como es su costumbre) ese talento le sobra, le brota naturalmente de esa garganta tan noble como maltratadora. En parte, porque está convencida de que sus dotes la ubican en el Olimpo del bel canto. Pero sobre todo, porque el trabajo de su esposo y manager (un Hugh Grant que camina con carácter y autoridad sobre el filo de la maqueta) se encarga de reclutarle públicos imposibilitados de distinguir entre la coloratura de los agudos y el grito desafinado.

La verdadera Florence

Pero a no confundirse. La elaboración de ese engaño en una realidad virtual que le permita pagar las cuentas y vivir una vida acomodada, plena de recursos, lujos y (algunos) deliberados excesos, enmascara en realidad el tamaño de una devoción inconmensurable, metódicamente dedicada a la concreción de los sueños de Florence, a la búsqueda constante de la esquiva felicidad.


Más que una biopic. Mucho más que una seguidilla de enredos humorísticos y dramáticos ambientados en la edad de oro de los clubs privados. Florence es una historia de amor donde la mentira es más verdadera que la verdad. Una comedia para taparse los oídos y gritar: ¡Bravo! 
Fernando Ariel García

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