jueves, 10 de abril de 2014

DAREDEVIL (VOL. IV) Nº 1.50: CUERPO SIN ALMA

Daredevil Vol. IV Nº 1.50. Guiones: Mark Waid, Brian Michael Bendis, Karl y Kurt Kesel. Dibujos: Javier Rodríguez, Alex Maleev, Karl y Kurt Kesel. Tintas: Álvaro López, Alex Maleev, Tom Palmer. Color: Javier Rodríguez, Matt Hollingsworth, Grace Allison. Portadas: Paolo Rivera (regular), Marcos Martín, Chris Samnee (alternativas). Editor: Ellie Pyle. 40 páginas a todo color. Marvel Comics. ISSN: 7-5960608055-7. EE.UU., abril de 2014.

La primera vez que vi a Daredevil (en un Fantasía setentoso con tapa de Roland, el corsario), me pareció un clon del Hombre-Araña. Y la primera vez que lo leí confirmé esa sensación. Pero también le encontré (y valoré) algunas importantes diferencias. Los dos superhéroes oficiaban de chistosos aventureros saltimbanquis, es cierto, pero los dibujos de Gene Colan delineaban al rojo quijote de cuernitos con una densidad dramática que el trepamuros no tenía, quizá por su conciente elección del melodrama como caja contenedora. Ya fuera por la ceguera de Daredevil, o por la latente tensión entre la Ley y la Justicia que bien representaban las dos facetas del superhéroe (abogado de día y paladín enmascarado de noche), decidí seguirlo con más fidelidad emotiva que regularidad lectora.

El futuro del personaje, con guión de Mark Waid y dibujos de Javier Rodríguez

Por eso, después de mucho tiempo de escaparle a las nuevas aventuras de Daredevil (las viejas son otra cosa, a esas he vuelto una y otra vez), me le animé con muchas ganas a este especial autoconclusivo con que Marvel festeja las primeras cinco décadas de vida del personaje. A diferencia de los enfoques elegidos para los redondos aniversarios de los X-Men, el Hombre-Araña y Thor, la editorial optó en esta oportunidad por espiar el futuro oficial del protagonista (a sus 50 años de edad), con un furtivo vistazo al pasado menos decoroso de la saga, echando una pátina de humorosa autocrítica sobre insalvables volteretas argumentales que uno (¿inexplicablemente?) sigue aceptando con resignado cariño.

Con sensibilidad moderna y humorística autocrítica, los “gemelos” Karl y Kurt Kesel ponen al día la antigua y realmente tonta idea del falso hermano gemelo de Daredevil, uno de los momentos históricos de la revista en los años ‘60

Y eso es lo mejor que tiene para ofrecer el ejemplar. El cariño con que aborda el universo temático que identifica a la serie. Desde el optimismo primario, enfocado claramente en la posibilidad de ir superando las adversidades; hasta la oscura sordidez de la novela negra, los ninjas y las cicatrices de amores correspondidos. Priman también los dos fuertes sentimientos que jalonaron las páginas de Daredevil a lo largo de estas cinco décadas: La sensación de inexplicable final que deja toda pérdida; y la sanación que viene con la recomposición de los lazos familiares. 

Impecable complementariedad entre la prosa de Brian Michael Bendis y los dibujos de Alex Maleev 

Sin embargo, aún cuando este abanico de acción y emociones registra y sintetiza las distintas identidades y los diferentes estadíos que poblaron el título, el resultado final se me hizo lánguido, flojo y superficial. Daredevil Vol. IV Nº 1.50 justifica su existencia con un par de golpes de efecto muy bien puestos, garantía de la necesaria sensación de “trascendencia”, pero no es más que un maniquí detrás de un escaparate. Puro cuerpo, nada de alma.
Fernando Ariel García





Marcos Martín

Chris Samnee

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