lunes, 19 de noviembre de 2012

O PEQUENO DEUS CEGO: NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER

¿Orientalismo fabulado? ¿Fábula oriental? Ni lo uno ni lo otro. O tal vez ambos, al mismo tiempo y de manera fragmentada, superpuesta, sincronizada, enhebrada con el hálito mítico de los viejos cuentos de hadas, donde lo real y lo fantástico aparecen subsumidos en lo verídico, una nueva definición del universo, la exposición descarnada de la naturaleza humana. Una metáfora de la vida, la búsqueda de la verdad como concepto filosófico-existencial. El descenso a la caverna del inconsciente. A los mosntruos alados que conforman y deforman nuestros miedos arcaicos, nuestros temores irracionales. Otra forma de ver el pasado que no termina de irse.


Pandas, dragones y niños dioses. La China de Soares y Serpa, en una monumental doble página

La China de O pequeno deus cego, pequeña gran obra maestra de la dupla David Soares-Pedro Serpa, es la China feudal. Pero no la real. O sí, si entendemos a la imaginación como la única forma física de lo real. Esta China feudal es fantástica, por lo que tiene de sorprendente y magnífica, pero también (y sobre todo) por lo que posee de irreal, de antigüedad mística, de extrañeza, misterio y carga macabra. Está el peso de la tradición, su lenguaje ritual. Están los secretos familiares, escritos con sangre y silencio. Están el viejo sabio y los animales simbólicos (el panda, el dragón). Y una ¿niña? sin ojos que bien puede llegar a ser un dios. Y un camino, sintético y por ello mismo complejo de asumir, que desandaremos merced a una poesía hermética algo deudora del ocultismo.


Tendré que hacerle caso a la dedicatoria de Soares. Él sabe por qué lo dice. Y yo, después de leer el libro, también

Como en toda la obra de Soares, el mejor guionista de la historieta portuguesa contemporánea, O pequeno deus cego cuenta con las palabras justas. En este caso, cortas como puñales. Ideales para abordar las paradojas que exhibe la Creación, las similitudes y diferencias que hacen de los contrarios una fuerza primaria capaz de retroalimentarse y definirse por comparación. Como un mago, Soares navega entre la vida y la muerte, entre el sueño y la conciencia, entre la palabra y la imagen, entre la alegría y el sufrimiento. No en vano, este relato acaba de granjearle el premio al Mejor Guión Portugués en el Festival de Amadora que finalizó hace pocos días. De principio a fin, la historieta juega con nuestro sentido de la percepción, modelándolo con la inocencia y la crueldad de un niño, llevándonos de la duda a la certeza, de las sombras a la luz. 


Camino del héroe que encuentra en los dibujos de Serpa al compañero de ruta ideal. Una obra de esta naturaleza simbólica, que nunca explicita lo que significa, que avanza ocultando aquello que muestra, necesita imperiosamente de estas imágenes filosas como espejos. Signos de tenebrosa armonía, capaces de conjugar la naturalidad del dolor, del castigo físico, de la tortura, de la castración física y emocional, de la pérdida de contacto entre el Hombre y sus raíces naturales, la deformación del amor hecho daño.


Lectura alegórica sobre la búsqueda (y asunción) de una identidad, de un rol, de un deseo, O pequeno deus cego escenifica el eterno dilema entre el libre albedrío y el destino manifiesto. Y como toda fábula, es también una historia de iniciación con un mensaje claro, conciso y contundente. El conocimiento nos hace libres.
Fernando Ariel García


O pequeno deus cego. Guión: David Soares. Dibujos: Pedro Serpa. Color: Pedro Serpa. Edición: Mário Freitas. Portada: Pedro Serpa. 48 páginas a todo color. Kingpin Books. ISBN: 978-989-96437-7-2. Portugal, octubre de 2011. 

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