viernes, 3 de junio de 2011

UN FASCIO DI BOMBE: ESTRATEGIA DE LA TENSIÓN

“Puntualmente, cada que vez que la Izquierda se acerca al Gobierno italiano, aparecen las Brigadas Rojas”. Me lo dijo Milo Manara, cuando tuve la oportunidad de entrevistarlo durante su visita a la Argentina en 2007, haciéndome ver que, detrás de esos actos de violencia está, siempre, la sombra de los servicios secretos del Estado. Me lo volvieron a decir, en distintos momentos de la gira de presentación de Memorie dell’Eternauta por Italia, distintas personas, de diferentes estratos y profesiones, pero con un origen común: La lucha contra el fascismo y todo otro tipo de intolerancia y ejercicio violento del poder que, hoy, puede resumirse en la figura del Cavaliere Silvio Berlusconi. Y, por si me quedaba alguna duda, pude verlo en vivo y en directo, durante la maratónica cabalgata televisiva del Primer Ministro de Italia, un día después de haber perdido la primera vuelta de las elecciones municipales en los bastiones de Nápoles y Milán, ante el fuerte avance de los candidatos de la centroizquierda. No fueron estas las palabras exactas repetidas como una noria por Berlusconi, pero sí el espíritu ideológico que las sustentaba: La Izquierda es la Izquierda de siempre, la de las Brigadas Rojas, la del terrorismo, la que pretende entregarle el trabajo, las casas y la salud que le corresponde al pueblo italiano, a los inmigrantes paquistaníes y africanos, todos ellos terroristas por su simple condición de inmigrante.



12 de diciembre de 1969. Una bomba explota en la Banca Nazionale dell’Agricoltura de Piazza Fontana, Milán


Esta recurrente maniobra política de Berlusconi tiene nombre y apellido: Estrategia de la Tensión. Y es tan simple como efectiva. No es otra cosa que la instalación de un clima de miedo e inseguridad, difundiendo el terror y generando así las condiciones necesarias para el mantenimiento del status quo. No es algo nuevo. Surgió en Italia, a partir de 1969, tras una serie de atentados terroristas en Milán y Roma. Atentados que fueron atribuidos al anarquismo pero que, en realidad, habían sido cometidos por una organización paramilitar de ultraderecha, conformada por representantes de las cúpulas industriales, empresarias, políticas, militares y eclesiásticas de Italia, con el apoyo (financiero y organizativo) de los servicios secretos del Estado. Obsesionados por destruir el nocivo “virus del marxismo” que se desparramaba entre trabajadores y estudiantes, buscaron (y consiguieron) deslegitimar popularmente a los partidos progresistas. Desde ese entonces hasta hoy, cada vez que la Izquierda o la Centroizquierda se muestra con chances de triunfo electoral, aparecen sus vinculaciones con la violencia y el terrorismo, sembrando la alarma necesaria para la posterior implementación de un Estado mucho más represivo y policíaco.


De aquellos atentados de 1969; y de su verdadera naturaleza político-ideológica, habla Un fascio di bombe, imprescindible historieta realizada en 1975 por tres jovencísimas y principiantes grandes figuras del fumetto: Alfredo Castelli (creador de Martin Mystère) y Mario Gomboli (autor de libros infantiles y director editorial de Diabolik), que escribieron el guión ilustrado por Milo Manara (a quien no hace falta presentar entre paréntesis). Los tres contaron con algunos colaboradores de lujo, como las hermanas Angela y Luciana Giussani (creadoras de Diabolik); y Mario Uggeri (diseñador gráfico, pintor e historietista). Publicado originalmente por el Partido Socialista como folleto propagandístico para la concientización política de la sociedad de cara a las elecciones comunales de 1975, Un fascio di bombe ganó la calle con 600 mil copias de distribución gratuita. Fue reimpreso en edición limitada en 1978. Y, por fin, fue puesto al alcance masivo de los lectores en 2010, gracias al buen hacer de Q Press, que lo incluyó en la más que interesante y comprometida colección PAMphlet.


Giuseppe Pinelli, ferroviario anarquista que, tras ser falsamente inculpado por el atentado de Piazza Fontana, fue suicidado en instalaciones judiciales de Milán. El de Pinelli fue uno de los casos que inspiró a Dario Fo su obra teatral Muerte accidental de un anarquista


Es cierto que, a nivel estrictamente historietístico, Un fascio di bombe aparece como un libro sesgado en dos, con una primera parte (mucho más lograda) enmarcada en el estilo de la No-Ficción, construyendo un relato donde el eje está puesto en lo narrativo y no en lo declamatorio, “falencia” en la que cae abruptamente sobre el final, apresurada por meter en pocas páginas los documentos periodísticos que sostienen y revelan las tramas ocultas tras los atentados.



De todas formas, esta cuestión estructural no hace mella en el impacto emotivo del cómic. Sobre todo porque desde la honestidad de su postura, Un fascio di bombe habla del hoy. Porque a más de cuarenta años de las bombas que se cobraron cerca de 16 víctimas fatales, sus verdaderos responsables continúan impunes. Y porque a más de cuarenta años del estallido, la Centroizquierda triunfó en la segunda vuelta de las elecciones municipales de Nápoles y Milán.
Habrá que estar atento a lo que viene. Berlusconi todavía está en el poder.
Fernando Ariel García


Un fascio di bombe (colección PAMphlet Nº 5). Guión: Alfredo Castelli y Mario Gomboli. Dibujos: Milo Manara. Portada: Milo Manara. 48 páginas en blanco y negro. Q Press. ISBN: 978-88-95374-12-3. Italia, abril de 2010.

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