lunes, 22 de marzo de 2010

AMERICAN VAMPIRE Nº 1: NADA NUEVO BAJO EL SOL

Digamos las cosas como son. Nadie (ni nosotros) estaría hablando de American Vampire si uno de sus autores no se llamara Stephen King. Sí, el mismo Stephen King de Carrie, Salem’s Lot, Cujo, El resplandor, Christine y no sé cuantos clásicos más de la literatura de terror. Y, si me apuran un poco, de la literatura a secas. Porque, ¿cómo obviar el peso específico de ese nombre/marca? ¿Y cómo obviarlo si, encima de todo, se viene anunciando a este American Vampire como un evento destinado a dar vuelta la ficción de y sobre vampiros?
Está bien, tal vez haga mal en apurar una opinión. Después de todo, no es más que el primer número de cinco entregas dobles dedicadas a contar el origen del primer vampiro americano. O, mejor dicho, del primer vampiro norteamericano, porque al sur del Río Bravo tenemos el certero convencimiento de que América es algo más grande y variado que los EE.UU. Es un continente que, una y otra vez, los EE.UU. han tratado de forjar a su imagen, semejanza y necesidad, a veces con éxito y otras no. Y lo que aquí se intenta es, ni más ni menos, que apropiarse definitivamente de un icono cultural de origen eslavo, asimilarlo, reformatearlo un poco y presentarlo como algo ciento por ciento estadounidense.
Y lo peor (o mejor, depende de cómo se miren las cosas) es que el proceso no parece estar mal encaminado. American Vampire nunca llegará a ser el nuevo Drácula (ni siquiera el nuevo Crepúsculo, en cuanto a su influencia a futuro sobre el género), pero es una historia que llama a ser leída, sobre todo en el segmento firmado por King. Que, no digo nada nuevo, es un gran escritor. Historia repetida que ya hemos leído otras veces (al menos, por lo que deja entrever este primer número), American Vampire exhibe como sus innovaciones más radicales a un vampiro que anda bajo el sol cubierto de protector solar; y a un puñado de chupasangres como banqueros y productores de cine. Historia repetida y ya leída, sí, pero bien contada. Estructuralmente, dividida en dos arcos argumentales que, se presupone y adivina, terminarán eclosionando.
Uno, el escrito por Scott Snyder, creador de la serie y sus personajes, ambientado en el Los Angeles de 1925 y protagonizado por la extra de cine Pearl Jones, una morocha más que interesante, con tres trabajos y un girasol negro tatuado en el cuerpo. Hay un par de candidatos amorosos que le revolotean alrededor, pero los únicos que lograrán echarle una mordida (literal y metafóricamente hablando) son los popes de la industria cinematográfica, mucho más preocupados por ver cómo sobrevive el negocio de las películas en el cambiante escenario del fin del cine mudo y principio del sonoro. Un cambio de época que, tal vez, también funcione como cambio de paradigma vampírico. Porque el eje central del cómic, dicho por su creador, radica en la articulación de la historia vampírica con la Historia a secas; y de cómo los muertos vivos han ido evolucionando, ocultos tras los pliegues sociales, políticos y económicos de la vida cotidiana.
Prescindiendo del costado romático que se ha venido explotando del mito vampírico, la historieta pretende retomar el costado básicamente violento y depredador del vampiro. La figura alejada de cualquier tipo de maldición que pueda generar algún grado de empatía cae aquí a los pies de la faceta más desalmada y maléfica, aquella que goza con el sufrimiento y el dolor de los demás. ¿Una metáfora del accionar estadounidense? Tal vez, es probable que por ello el origen del primer vampiro norteamericano quede inscripto en medio de uno de los mitos fundantes principales del gran país del norte: La conquista del Oeste.
Y esta es la parte que le toca escribir a Stephen King. Una serie de páginas vibrantes, hipnóticas, que prescinden del registro literario tan caro a las revistas del sello Vertigo. El maestro del terror nos lleva hasta Sidewinder, Colorado, en 1880. Nos habla desde la figura de un escritor, Will Bunting, autor de un solo libro que le trajo aparejado dinero y notoriedad. Bad Blood or the Monster Outlaw, se llama; y nos enteramos de que se trata de una historia real en la cual Bunting ha sido testigo preferencial. Y es la historia de Skinner Sweet, el Vampiro Americano del título, que se nos aparece como uno de los peores criminales del Oeste, en camino a Nuevo México para ser ahorcado tras caer preso de los agentes de la Pinkerton. Está claro desde el principio que la horca no será su destino; y a las pocas páginas sus secuaes logran liberarlo. Pero sólo para entregarlo a las manos (y fauces) del vampiro europeo que en los EE.UU. es dueño de un banco.
Hasta aquí lo que hay hasta ahora. Nada del otro mundo. Un pecado, si tenemos en cuenta que estamos tratando con lo inexplorado y el más allá.
Fernando Ariel García

American Vampire Nº 1
Guión:
Scott Snyder y Stephen King
Dibujos: Rafael Albuquerque
Color: Dave McCaig
Editor: Mark Doyle
40 páginas a todo color
DC Comics / Vertigo
ISSN: 7-61941-29003-4

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